Algunas noches en la jaula se sienten como un cambio de guardia, el fin de una era. No simplemente un cinturón cambiando de manos. Hemos tenido ocho de esos en UFC en los más recientes 13 meses, y eso sin contar los títulos interinos que se han repartido como dulces en fiesta infantil.
A veces se puede vibrar cuando la antorcha pasa de manos de una generación a otra. Como cuando en la selva un joven gorila se impone al macho alfa y se vuelve el nuevo líder de la manada. Así se sintió la noche del sábado 3 de junio cuando el joven Max Holloway llegó sin miedo a territorio hostil. El hawaiiano se plantó en Brasil, en medio del reino de Jose Aldo en Río de Janeiro y le arrebató el trono.
Lo de UFC 212 no fue solo el cambio de título de este mes. Esto nos hace recordar aquella noche en Sacramento cuando en UFC 65 el joven prospecto Georges St-Pierre le pasó por encima a Matt Hughes. Matt había sembrado un reinado de terror en la división welter y GSP lo destronó para convertirse en el campeón más exitoso de las 170 libras en la historia de UFC.
La victoria de Holloway nos hizo recordar también aquella noche en Newark cuando un joven prodigio llamado Jon Jones desmanteló a Mauricio ‘Shogun’ Rua para llevarse a casa el cinturón de las 205 libras.
Algunas noches simplemente se sienten como el fin de una era. Como cuando un joven peleador con una racha de 10 victorias consecutivas va a territorio enemigo, espera con paciencia a que pase el arranque explosivo del campeón, mantiene la calma donde tantos otros han entrado en pánico al verse abrumados por la presión del rival y después enciende los motores y no deja de acelerar hasta que ha arrollado al monarca.
No podemos olvidar que en las MMA todo puede pasar. GSP perdió ante Matt Serra de la manera más inesperada antes de consagrarse, y Jon Jones ha demostrado ser su propio peor enemigo. Pero sin que sea una predicción, esta podría ser una noche que pase a la posteridad como la noche en la que comenzó la era Holloway.